Sacramentos

Los Siete Sacramentos

Para registrarse e inscribirse a cada uno de los sacramentos debes entrar en contacto, enviándonos un mensaje o llamándonos por el teléfono (562)5376380 – Hablando directamente con Mons. Rodrigo o su secretario Padre Rubén Darío. Los casos especiales serán agendados para un encuentro especial en la oficina con el Obispo o su asistente. Para los niños y adolescentes de 7 a 16 años y los adultos que faltan los sacramentos de iniciación, Bautismo, Primera Comunión y Confirmación, hay una preparación de 6 meses que anticipa la recepción del Sacramento. Favor de contactarse con la secretaria o al fina de los servicios en la Iglesia con los diáconos o sacerdotes.

Los católicos Brasileiros celebramos  los siete sacramentos de la sana Doctrina Apostólica. Los sacramentos unen a los hombres con Jesús y a los unos con los otros, reuniéndolos como el Cuerpo de Cristo son signos invisibles de la gracia de Dios presente en cada uno de ellos.

Los 7 sacramentos son las celebraciones más importantes de la Iglesia:

Cada uno de los sacramentos es un signo de Dios presente en nuestras vidas. Los sacramentos son diferentes de otros signos: los sacramentos realmente realizan, o efectúan, lo que representan y, por tanto, son las celebraciones más importantes de la Iglesia. Un sacramento es un signo eficaz que nos ha dado Jesucristo y a través del cual compartimos la vida de Dios. Los 7 sacramentos que se celebran en la Iglesia Católica son el Bautismo, la Confirmación, la Eucaristía, la Penitencia y Reconciliación, la Unción de los Enfermos, el Orden Sagrado y el Matrimonio. Estos se dividen en tres categorías: sacramentos de iniciación, sacramentos de sanación y sacramentos al servicio de la comunión.

El Bautismo es el primer sacramento que reciben los católicos. En el Bautismo, recibimos el sello como pertenecientes a Cristo. En el sacramento del Bautismo, somos bienvenidos en la Iglesia y nos convertimos en hijos de Dios. Aunque muchos católicos se bautizan cuando son bebés o niños pequeños, una persona puede ser bautizada a cualquier edad. Durante el sacramento del Bautismo, la inmersión en agua simboliza que la persona que está siendo bautizada muere por el pecado y resucita a una nueva vida en Cristo, purificada y santificada. En el Bautismo, somos liberados del pecado y la lejanía de la gracia.

En el sacramento de la Confirmación, somos sellados con el don del Espíritu Santo. La Confirmación profundiza la gracia recibida en el Bautismo y, al igual que el Bautismo, solo la recibimos una vez. La Confirmación nos fortalece para vivir como seguidores de Jesucristo. A través de la Confirmación, nos asemejamos más a Cristo y somos fortalecidos para ser testigos activos de Jesús. Nuestra relación con la Iglesia también se fortalece; somos enviados a vivir nuestra fe en el mundo. Aquellos que se han preparado para celebrar el sacramento de la Confirmación, llamados candidatos, generalmente son confirmados por el Señor obispo Mons. Rodrigo Romano o otro por el asignado durante la celebración del sacramento.

El sacramento de la Eucaristía es el único sacramento de iniciación que los católicos celebran una y otra vez (después de la preparación y la primera recepción del sacramento). La Eucaristía es un recuerdo, una comida y un sacrificio. En el sacramento de la Eucaristía, recibimos a Jesucristo, el Pan de Vida, en la Sagrada Comunión y somos alimentados por la Palabra de Dios. La gracia recibida por primera vez en el Bautismo crece en aquellos que celebran el sacramento y están más unidos a Cristo y los unos con los otros como el Cuerpo de Cristo, la Iglesia, y se fortalecen para servir a Dios y atender las necesidades de los demás.

En el sacramento de la Penitencia, los miembros de la Iglesia se reconcilian con Dios y con la Iglesia. En este sacramento, los que están verdaderamente arrepentidos confiesan sus pecados y los sacerdotes los perdonan en el nombre de Cristo y la Iglesia mediante el poder del Espíritu Santo. El sacramento de la Penitencia y Reconciliación fortalece o renueva la gracia. Fortalece a los católicos a vivir según los mandamientos como discípulos de Jesús. Aquellos que se preparan para celebrar la Eucaristía por primera vez deben prepararse para recibir primero el sacramento de la Penitencia y Reconciliación. Los católicos celebran el sacramento de la Penitencia una y otra vez.

El sacramento de la Unción de los Enfermos se administra a aquellos que están muy enfermos o cerca de la muerte. Los familiares, amigos y miembros de la parroquia se reúnen para orar por la sanación y la misericordia de Dios. El sacerdote y las personas reunidas rezan para que el enfermo se sane, y el sacerdote lo unge y ora por su salud. Aquellos que reciben el sacramento se les otorga la gracia de responder a su enfermedad con esperanza y fortalece su fe en un Dios amoroso. Este sacramento puede celebrarse durante la Misa o en cualquier lugar que se necesite, incluso en el hogar o en el hospital donde se encuentra la persona enferma. Los católicos pueden celebrar este sacramento más de una vez.

En el sacramento del Matrimonio, un hombre y una mujer se convierten en marido y mujer. El Matrimonio une a la pareja casada como compañeros en el amor y los fortalece para cumplir sus promesas a Cristo y entre sí. Los novios son los celebrantes del sacramento del Matrimonio y el sacerdote o diácono actúa como testigo y bendice la unión realizada por Dios. Las parejas casadas sirven al cuerpo de Cristo que es la Iglesia como testigos del amor y fidelidad de Dios y comparten el Evangelio en sus familias, hogares y comunidades. Los matrimonios que por algún motivo se deshicieron pueden ser reconocidos nulos, no existidos cuando el amor y la verdad fue defrauda en la vida de los dos. La Iglesia les abre las puertas a las parejas que vuelvan a casarse y ahora vivir lo antes no fue posible, que, por inmadurez, inconsistencia del afecto o causas otras de gravedad.

En el sacramento del Orden Sagrado, los hombres bautizados son ordenados para servir a la Iglesia como obispos, sacerdotes y diáconos. A través de este sacramento, la Iglesia Católica continúa la misión que Jesucristo dio por primera vez a los apóstoles: la misión especial de predicar la Buena Nueva y dirigir y servir a la Iglesia Católica. Los ordenados en el sacramento del Orden Sagrado reciben la gracia necesaria para llevar a cabo su ministerio a los fieles y quedan impresos con un carácter sacramental indeleble.

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